A solas con mis pensamientos

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Me despierto en el silencio y la quietud justo antes de las primeras luces del alba. Tras un sueño profundo mi cuerpo está totalmente relajado, tanto que me gustaría que un reposo tan sublime no tuviera fin. Mi mente está alerta y mis pensamientos claros como el cristal. Es el tipo de claridad que solo se consigue cuando no hay ninguna distracción, nada que me interrumpa para escuchar las cosas profundas de mi corazón.

Es asombrosa la facilidad con que puedo centrarme en cada detalle de los acontecimientos del día anterior. El motivo detrás de cada hecho, y cada encuentro; cómo traté a la gente, lo que hice y por qué lo hice, se presenta vivamente y yo lo voy reviviendo en mi mente. Es imposible escapar del juicio de mis pensamientos mientras considero cómo fue mi comportamiento. En algunos momentos mi mente me defiende, pero en otros me acusa. No puedo negar la agudeza de los juicios profundos y esto me hace desear arreglar y hacer bien todo lo que hice mal.

Raramente me paro a considerar el resultado de mis pensamientos y acciones. Mi vida está llena de cosas interesantes que hacer y casi nunca medito las consecuencias. Cada día mi mente es bombardeada con tantísima información que, normalmente, no está clara para hablarme de las cosas de mí mismo que verdaderamente me molestan.

Ahora, mientras estoy aquí, sigo reflexionando sobre estas cosas y un pensamiento alarmante me sobrecoge. ¿Qué sucedería si me quedase confinado en esta oscuridad y en este silencio, sin posibilidad de salir?¿Si estuviese en un lugar donde la luz del día nunca llegase... a solas, sin nadie con quién hablar y nada qué hacer, excepto escuchar mis pensamientos, analizando constantemente cada aspecto y detalle y todo lo que hice desde el día en que nací?

¿Será así la muerte? ¿Enfrentarse a la realidad de lo que me trae mi conciencia? En este silencio su voz no me abandona, me repite la verdad que durante toda mi vida arrinconé, ignorándola. En la oscuridad absoluta, en el confinamiento y el silencio de la muerte, ¿lamentará cada hombre no haber escuchado cuando tuvo la oportunidad? ¡Qué tragedia darse cuenta demasiado tarde de que la conciencia era una auténtica amiga, al avisarme en muchas ocasiones de las cosas que me estaban llevando a este lugar de muerte! Quizás la agonía más grande será descubrir que tuve una oportunidad y la desdeñé; sabiendo que soy culpable y en la agonía silenciosa y el solitario aislamiento de la muerte, tener que admitir la culpabilidad por cada infracción de conciencia, hasta que todo lo escondido quede al descubierto y la vergüenza de todo ello resulte insoportable.

El poder y la claridad de la voz de la conciencia quedarán siempre por encima de cada argumento que mi más complicado razonamiento quiera emplear en la lucha contra la verdad.

No puedo ni imaginarme el tener que recordar cada acto egoísta, cada motivo malo del corazón, cada cosa dolorosa que he hecho. ¿Puedes imaginarte tú la tortura de no poder enmendar las cosas que finalmente tienes que admitir como malas? Esta pena hará a cada persona llorar con lamentos y gruñidos. Algunos se sentirán destrozados por el dolor de la disciplina de la muerte, pero en el gran día del juicio de toda la humanidad, hallarán misericordia y perdón porque habrán pagado completamente por su culpabilidad. Otros endurecerán sus corazones sin remedio, nunca hallarán misericordia porque persistirán en amar el mal y no aceptarán el castigo por su culpabilidad. Por eso en el día del juicio, irán a la segunda muerte, el Lago de Fuego. De este lugar no hay salida en toda la eternidad.

Reflexionando acerca de todo esto, me conmueve el saber que una vez, un hombre vivió en este planeta y tuvo compasión de toda la humanidad. Él se daba cuenta, más que yo, de lo que significaba la sentencia de muerte que todos enfrentamos por la culpabilidad de nuestro pecado. Por amor a nosotros se ofreció a pagar la sentencia en nuestro lugar, y voluntariamente murió por nosotros. Experimentó la soledad, la oscuridad, la agonía de la separación de la vida aunque era completamente inocente.

Él hizo posible que por su sangre podamos ser perdonados en esta vida, ahora mismo. Podemos librarnos de la sentencia de la muerte y vivir una vida de amor a Él y a su pueblo, antes de que sea demasiado tarde. Estas son las mejores noticias, el titular más notable, el más profundo que jamás se haya escrito. Él trató con la raíz de nuestra soledad cuando su sangre cubrió nuestra culpa y levantó todas las barreras que nos separaban de nuestro Creador.

Quienquiera que guarde su Palabra jamás verá la muerte.